La novela El Pentateuco de Isaac (Libros del Asteroide,2008 ), con la que el histórico cineasta búlgaro Angel Wagenstein se dio a conocer como novelista. El libro cosechó un éxito inmediato y fue traducido rápidamente a numerosos idiomas. El Pentateuco de Isaac,ac permite descubrir un escritor que con sabiduría y humor ha sabido aportar una nueva mirada a la reciente historia europea.
Este libro, cómico y triste a la vez, es el testamento de una Europa ya extinguida. El protagonista, Isaac Blumenfeld, un humilde sastre judío de la antigua región de Galitzia, relata cómo nace siendo súbdito del Imperio Austrohúngaro y termina siendo austriaco, no sin antes haber sido ciudadano de Polonia, la URSS y el Tercer Reich. Después de sobrevivir a dos guerras mundiales, tres campos de concentración y de los sucesivos cambios en el trazado de fronteras, Isaac escribe ya mayor su propio Pentateuco. En él quiere dejar constancia de su mundo desaparecido a la vez que da cuenta de la que ha sido su mejor arma de supervivencia: el humor.
Con El Pentateuco de Isaac, Libros del Asteroide inicia la publicación de la trilogía de Wagenstein sobre el destino de los judíos de Europa en el siglo xx, que se completará con Adiós, Shangai y Lejos de Toledo. Wagenstein se ha convertido con esta trilogía en una referencia ineludible de la reciente literatura centroeuropea.
BIOGRAFÍA
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UN COMENTARIO QUE ME HA GUSTADO:
Hay una línea sutil que une obras como Yo que he servido al Rey de Inglaterra, Las aventuras del valeroso soldado Schwejk o El Pentateuco de Isaac. No es sólo su origen centroeuropeo, su indisimulado pacifismo, la ironía que baña sus páginas y que sirve para distanciarnos del horror que describen. Es también el recorrido que hacen por parte de la historia reciente de este siglo pasado, el XX, vencido ya según el calendario pero aún vigente en sus consecuencias y circunstancias. Y es también, a nivel literario, por sus protagonistas, auténticos héroes de este tiempo en el que sólo los que parecen aquejados de cierta tontuna, logran sobrevivir a las locuras ajenas; sólo quienes se muestran como inofensivos son dejados a un lado ganándose así su supervivencia y sólo ellos, grandes irónicos, penetran y nos ofrecen las verdades que a los serios burócratas o a los visionarios de la política parecen estarles vedadas.
Y esta línea es la misma que une los destinos de millones de personas arrojadas a la muerte en campos de batalla, de concentración o de reeducación; vapuleadas por el debate de las ideas hecho carne y sangre en sus frágiles cuerpos, descuartizados por unos intereses que sólo a unos pocos interesaron y deshumanizados por los bandazos de la arbitrariedad y el azar.
Asomarse a ese marasmo puede hacerse desde los riscos dela Historia , la Política o la Filosofía. Pero otra buena tribuna es la que ofrecen obras como las señaladas, o tantas otras, empeñadas en arrojar luz sobre periodos oscuros, en encerrar sus sombras confusas o en fundir en agua cristalina las más espesas neblinas.
El Pentateuco de Isaac es una de esas atalayas luminosas que nos permiten atisbar de un modo especial las sinrazones de nuestra época (no tantas cosas han cambiado, quizá sí se hayan desplazado geográficamente) a través de los ojos de Isaac Jacob Blumenfeld, que nació austrohúngaro, pasó a ser ciudadano de Polonia, compañero dela Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas, habitante de los Territorios Orientales del Reich y, finalmente, con un breve interludio siberiano, ciudadano austriaco con residencia en Viena. Y en estos cinco episodios o libros, no tan extraños para muchos otros ciudadanos europeos que vieron bailar las fronteras varias veces bajos sus pies temblorosos, llegamos a identificarnos y emocionarnos con las ocurrencias y peripecias de este buen judío hasídico que, a duras penas, logra llevar su narración a su destino, siempre asaltado por anécdotas, chistes o recuerdos que le desvían de su camino y a los que se aferra con fuerza para preservar su identidad, su cordura en definitiva.
Y esta línea es la misma que une los destinos de millones de personas arrojadas a la muerte en campos de batalla, de concentración o de reeducación; vapuleadas por el debate de las ideas hecho carne y sangre en sus frágiles cuerpos, descuartizados por unos intereses que sólo a unos pocos interesaron y deshumanizados por los bandazos de la arbitrariedad y el azar.
Asomarse a ese marasmo puede hacerse desde los riscos de
El Pentateuco de Isaac es una de esas atalayas luminosas que nos permiten atisbar de un modo especial las sinrazones de nuestra época (no tantas cosas han cambiado, quizá sí se hayan desplazado geográficamente) a través de los ojos de Isaac Jacob Blumenfeld, que nació austrohúngaro, pasó a ser ciudadano de Polonia, compañero de
"¿Acaso has visto a un judío que se calle lo que ya ha decidido contar?"
Y no es que su vida resulte de especial atractivo, o que haya jugado un papel destacado en los acontecimientos que le zarandean. Todo lo contrario, Isaac es una hoja al viento, un camino sin destino cierto. Pero es su esfuerzo por superar cada obstáculo, por definir ese destino que le resulta esquivo, por aferrarse a la vida cuando ésta le abandona, lo que le convierte en un héroe. Sus reflexiones van ganando fuerza y peso y si bien en un principio son los sermones y las conversaciones con el rabino Samuel Bendavid (su cuñado) el nutriente principal de sus reflexiones, pronto adquiere el hábito de pensar por sí mismo, tomando de quienes le rodean y de sus propias observaciones aquello que precisa para elaborar un mundo propio, sin tomarse a sí mismo excesivamente en serio, con humildad y paciencia.
De todos modos, ¿no cayó en la misma tentación el rabino Ben Zwi al ver en una carnicería cristiana un jamón de Praga rosado y fresco?
- ¿A cuánto es este pescado?- le preguntó al carnicero.
- No es pescado, sino jamón de Praga.
- No te pregunto cómo se llama el pescado, sino a cuánto sale....
- ¿A cuánto es este pescado?- le preguntó al carnicero.
- No es pescado, sino jamón de Praga.
- No te pregunto cómo se llama el pescado, sino a cuánto sale....
El libro toma la forma de un largo discurso que entronca con la tradición oral judía, con las reuniones familiares en torno a una cazuela repleta de pipas de calabaza la noche del viernes, celebrando el sabbath, en las que se repasan las miles de historias familiares o tribales que conforman la identidad de este pueblo. A modo de un Woody Allen lenguaraz, Isaac hace avanzar sus recuerdos desde su infancia en Kolodetz, a sus trabajos como ayudante en la sastrería de su padre, su enamoramiento de Sara, la de los ojos verde-grisáceos, su primera visita a Viena acompañado de su tío que quiere enseñarle el mundo (o sea, las mujeres) antes de ser alistado para participar en
"Si Dios tuviera ventanas, hace tiempo que le hubieran roto los cristales"
En este tono general, Isaac desgrana su vida, una lucha por sobrevivir adaptándose a un entorno siempre hostil, siempre complejo y cambiante pero que afronta con una filosofía que le engrandece. Para cada situación encuentra una anécdota de la que sabe extraer una enseñanza, sabiduría popular en estado puro.
Un buen día, el ciego Iosel, ayudándose con su bastoncito, fue a visitar al rabino y le preguntó:
- Rabí, ¿qué estás haciendo ahora?
- Estoy tomando leche.
- ¿Cómo es la leche, rabí?
- Es un líquido blanco.
- ¿Qué quiere decir "blanco"?
- Blanco, pues... es el color de los cisnes.
- ¿Y qué es un "cisne"?
- Un ave que tiene el cuello curvo.
- ¿Qué es "curvo"?
El rabino dobló su brazo por el codo.
- Anda, tiéntalo y sabrás.
El ciego Iosel palpó atentamente el brazo del rabino y dijo agradecido:
- Gracias, rabí. ¡Ahora ya sé cómo es la leche!
- Rabí, ¿qué estás haciendo ahora?
- Estoy tomando leche.
- ¿Cómo es la leche, rabí?
- Es un líquido blanco.
- ¿Qué quiere decir "blanco"?
- Blanco, pues... es el color de los cisnes.
- ¿Y qué es un "cisne"?
- Un ave que tiene el cuello curvo.
- ¿Qué es "curvo"?
El rabino dobló su brazo por el codo.
- Anda, tiéntalo y sabrás.
El ciego Iosel palpó atentamente el brazo del rabino y dijo agradecido:
- Gracias, rabí. ¡Ahora ya sé cómo es la leche!
Y es que en este libro, no es sencillo extraer conclusiones ya que poco es lo que parece. Isaac pasa por ser un simple aturullado pero es quien mejor sobrevive a toda la debacle de su siglo. El rabino, el más preparado intelectualmente, no logra asomarse a un atisbo de felicidad, sometido siempre a sus dudas y sus opiniones políticas. Los hijos de Isaac pese a arrimarse al Poder, representado por la patria soviética, son arrasados igualmente.
El Pentateuco de Isaac es la novela que abre una trilogía escrita por Angel Wagenstein, conocido realizador búlgaro de origen judío que, a edad tardía, se decidió a fijar en papel los recuerdos de un pueblo y de una época que se deslizaban irremediablemente al mundo del olvido. Las otras dos obras son Lejos de Toledo y Adiós, Shangai, publicadas también por Los Libros del Asteroide, esta estupenda colección de pequeñas grandes obras. La traducción de Liliana Tabákova contribuye a dar ligereza al texto, conservando la frescura de su estilo, la espontaneidad de una narración oral.
Como lector, he de decir que he sentido pena al volver la última página, esa tristeza que se cuela cuando nos separamos de un amigo del que ya no sabremos más, o tan ocasionalmente que, en esencia, sabemos que sus ocurrencias e imágenes se limitarán en el futuro a las que logremos preservar en nuestra frágil memoria. Pocos elogios puedo añadir al ya dicho.
El Pentateuco de Isaac es la novela que abre una trilogía escrita por Angel Wagenstein, conocido realizador búlgaro de origen judío que, a edad tardía, se decidió a fijar en papel los recuerdos de un pueblo y de una época que se deslizaban irremediablemente al mundo del olvido. Las otras dos obras son Lejos de Toledo y Adiós, Shangai, publicadas también por Los Libros del Asteroide, esta estupenda colección de pequeñas grandes obras. La traducción de Liliana Tabákova contribuye a dar ligereza al texto, conservando la frescura de su estilo, la espontaneidad de una narración oral.
Como lector, he de decir que he sentido pena al volver la última página, esa tristeza que se cuela cuando nos separamos de un amigo del que ya no sabremos más, o tan ocasionalmente que, en esencia, sabemos que sus ocurrencias e imágenes se limitarán en el futuro a las que logremos preservar en nuestra frágil memoria. Pocos elogios puedo añadir al ya dicho.
Esto es un polaco y un judío que viajan juntos en un tren. El polaco saca de su cesta una gallina bien cebada y se pone a comer, mientras que el judío, que es un pobretón, se contenta con algo de pan y la cosa más barata del mundo: cabezas de arenque. Entonces el polaco le pregunta:
-¿Por qué vosotros, los judíos, siempre coméis cabezas de arenque?
- Porque le hacen a uno más listo –contesta el judío.
- ¡No me digas! –se sorprende el polaco-. ¡Anda, véndeme unas cuantas cabezas!
- Vale -accede el judío-. Cinco cabezas, cinco rublos.
El otro compra las cabezas y se las come. Pero de repente le pregunta:
- Oye, ¿por qué me has cobrado un rublo por cabeza si un kilo de arenques cuesta un rublo?
-¿Ves? –contesta el judío-, ya te estás volviendo más listo...
Isaac Jacob Blumenfeld de Kolodetz elije este último camino. Wagenstein describe la biografía de este hombre a quien el tiovivo del siglo XX le atropella con todos sus elementos. Judío a los pies del Imperio Austrohúngaro, es llamado a servir como soldado; polaco en el período entre guerras es capaz de construir una familia; soviético por primera vez cambia de nuevo a ser judío durante el III Reich del cual es capaz de escapar a su rodillo de los campos de trabajo y exterminio, soviético de nuevo , tras la liberación es tratado como alemán y llevado a un gulag. Entre tanto, sufre y pierde todo menos su propia vida y sus propios recuerdos.
Tomarse todo eso con humor solo es posible para alguien que sobrevive gracias a hacerse el idiota, a camuflar su inteligencia y bondad, en lo cual demuestra ser un artista consumado, y aprovechar cada calamidad como si de una oportunidad se tratase. Su virtud es ser divertido y original desde la niñez hasta cuando declara ante un tribunal de guerra soviético, virtud inseparable de él.
Sus amigos magistralmente descritos le acompañan en esta aventura, sobre todo el rabino que se hizo presidente del club de ateos, aparece y desaparece de su vida dando continuidad a todo el relato. El ritmo narrativo de estas apariciones es excelente.
El formato recuerda un bonito y amargo cuento de tradición judía en el cual se han incluido tantos gags que es inevitable reírse constantemente (incluso de forma audible), y a la vez es un relato conmovedor, donde las lágrimas afloran en algunos fragmentos. La prosa fluida e imaginativa ayuda al lector a disfrutar aún más con su lectura, la cual nunca queremos terminar.
Recomendada para quienes viven con humor la vida, sobre todo la propia, sin darse demasiada importancia, porque todos estamos en el mismo tiovivo, unas veces encima del caballo y otras atropellados por el camión de bomberos. En resumen un libro, humano, cálido, divertido y sabio.
JOSEPH CONRAD. FUERA DE LA LITERATURA.
En Fuera de la Literarura
Fuera de la Literatura agrupa una colección de 18 textos; artículos, breves ensayos sobre algunos de los temas que le interesan y le preocupan, así como también algunos recuerdos personales.
Una de las cosas que más me ha gustado ha sido como trasmite la personalidad del marino, al menos del de su época.
«Stephen Crane», más un homenaje a la amistad que el retrato de un escritor, y una reseña en la que Conrad toma como punto de partida la polémica entre ciencias y artes para aclarar su postura sobre lo que es y debe ser la novela. Todos ellos son textos breves que entroncan con sus otros dos libros de no ficción: El espejo del mar y Crónica personal. En el prefacio a Notas de vida y letras Conrad decía: «desconozco si debería o no aducir una disculpa por esta recopilación, que más tiene que ver con la vida que con las letras». También se podría destacar la sinceridad con la que está escrito. Los textos recogidos versan sobre algunos asuntos que Conrad trata de un modo que lo sitúa en los orígenes de una corriente hoy muy fecunda, en la que ensayo y narración, opinión y anécdota, escolio y apunte, se entrelazan y generan textos de una rara actualidad.
DE NAVEGANTE A ESCRITOR
DE NAVEGANTE A ESCRITOR